Sobre la obra de Ezequiel Montero Swinnen
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Los griegos llamaban ekphrasis a la representación verbal de una representación visual. Esta traducción, como toda intermedialidad, trae consigo una pérdida, una merma de sentido respecto a la representación original.

La obra de Ezequiel Montero Swinnen es, primordialmente, visual. Pero no por eso deja de ser conceptual, emotiva e inquisitiva. Y la improbable tarea de representarla verbalmente parece, cuanto menos, quimérica.

¿Cómo poner en palabras las sensaciones corporales, los impulsos cerebrales y las emociones que generan sus trabajos?

Claro que podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que la obra de Ezequiel habla, por sobre todas las cosas, del tiempo. También podríamos mencionar que aborda temas como la pausa, la percepción, la luz, la pampa, el color (y su ausencia), la naturaleza, el movimiento. No estaría de más agregar que suele hacer referencia a disciplinas y objetos tan diversos como obras literarias y filosóficas, films, música clásica, poemas, y hasta otras obras de arte. Y podríamos afirmar, además, que sus obras tienden, técnicamente, a la perfección.

Decir todo esto sería acertado, pero insuficiente. Intentar interpretar su obra es una labor necesaria, pero solo para darse cuenta de que es inviable. Intelectualizarla implica desviarse de su verdadera esencia, más cercana a la sensibilidad, la atención consciente y el silencio, que a la palabra o el concepto.

Ezequiel transita sin miedo por distintas técnicas, las combina y las atraviesa, encontrando un lenguaje único y personal. Investiga, explora, prueba, se equivoca, vuelve a probar, encuentra, vuelve a observar, selecciona, modifica, perfecciona. Luego, comparte. Se encuentra en una continua búsqueda, intentando decirnos algo sobre el tiempo que seguramente jamás pueda ser dicho ni comprendido. Cada nueva obra que produce le suma una cualidad a ese complejo objeto que quiere explicar y que, si tenemos suerte, nunca logre definir.

Si en toda ekphrasis hay pérdida, a la hora de representar con palabras la obra de Ezequiel, sugiero abandonar antes de comenzar. En lugar de hablar, observemos. Con paciencia, con el ojo desnudo y sin memoria.

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Gabriel Bitterman
Curador, galerista de arte
Buenos Aires, Mayo 2015.